lunes, 7 de septiembre de 2009

Rápidos de Peronia

Desesperado por los constantes abusos sufridos por la represora mancuerna chofer-ayudante, ese día decidí ser un contestatario. Emanciparme del poder esclavizante que ejercen esos dos hijos de puta.

La voz de un pueblo oprimido haciendo erupción en mi garganta. Eran ya casi diez minutos y no nos movíamos de la parada. Yo estaba cansado y ansiaba llegar a mi casa, quitarme los zapatos y ver televisión. Pero la desbordada ambición de nuestro flamante piloto resultaba insolentemente contradictoria con mis deseos de descanso.

Unos tímidos quejidos se escucharon cuando alguien levemente choco sus nudillos contra el techo. Era la primera señal de desesperación, la gente ejerciendo su derecho de quejarse contra la inmundicia avaricia que escurría por la piel grasosa del chofer.

Ahí estaba yo. Ahí estaba él. Su mirada amenazante se asomaba por el retrovisor mientras yo intentaba sostenerle los ojos.

En un pequeño descuido se aparto del espejo. Fue cuando aproveche para soltar toda mi desesperación en un increíblemente grito seco de ¡Apúrate coche!

Error

-Como así que coche, aquí el único coche sos vos, anda a ver atrás que no se vaya a bajar nadie, voy a verguear a un hijue puta-

Una gota de sudor frío se deslizo por mi espalda, de pronto fueron apareciendo imágenes de la infancia. Mis tardes soleadas en columpio, los interminables juegos de kick ball en la cuadra, los refrescantes "cuquitos" y un sinfín de niñerías más.

Todo ese futuro que se me había escapado de las manos, ahora mis compañeros de viaje me miraban con lástima.

Pero tenía un As bajo la manga, olvide mencionar que mi copiloto de asiento estaba durmiendo antes del grito, y cuando grite se despertó sobresaltado.

El único inconveniente era que el chofer, un tipo gordo, grande y colorado no dejaba de verme a mí.

La hora de la verdad había llegado, estaba a una parada de bajarme a sufrir la peor paliza de mi vida cuando el milagro sucedió.

Mi copiloto adormitado se bajo justo una parada antes, el chofer lo despidió con una amable patada y por mi nadie preguntó.

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